Mis antecedentes en la lectura de franquicias de fantasía épica vienen cargadas de experiencias mediocres. Cito aquí a mi gran amigo Marcos que con su fanatismo me mostraba muchísimas cosas basadas en el universo Forgotten, pero que aparte de muchos dibujitos monos yo dudaba en dedicarles tiempo. Acá les presento a R. A. Salvatore en esta trilogía afamada por la crítica y que salió a flote en las charlas con el viejo Boris.
Las tres novelas de la trilogía tratan de una recopilación de las novelas La Morada (Homeland), El Exilio (Exile) y El Refugio (Sojourn), que conforman la llamada trilogía del Elfo Oscuro (la primera de ellas en cuanto a cronología interna de la serie, ya que hay muchas otras novelas dedicadas al mismo protagonista, algunas de las cuales Salvatore escribió con anterioridad aunque narran acontecimientos posteriores).
Las novelas cuentan los orígenes de Drizzt Do'Urden, un drow o elfo oscuro que se ha convertido posiblemente en el personaje más popular de la franquicia Reinos Olvidados. Cuando digo que el personaje es popular no exagero. Estamos hablando de que cada nueva novela que escribe Salvatore aparece inmediatamente en puestos importantes de las listas de bestsellers estadounidenses, con cifras de ventas que para sí quisieran escritores mucho mejores pero que por el motivo que sea no logran conectar con los potenciales lectores como lo hace este autor.
En La Morada se cuenta la historia de Drizzt desde su nacimiento hasta el momento en que abandona la sociedad de los elfos oscuro y su ciudad natal de Menzoberranzan. Se trata de la mejor novela de la trilogía, aunque no carece de defectos importantes. Entre sus virtudes se cuenta la creación de Menzoberranzan, una de las más sugerentes ciudades subterráneas de la literatura fantástica, y también la sociedad de los elfos oscuros, basada en valores como la traición y el progreso personal y familiar a toda costa. En este contexto, Drizzt es educado brutalmente como cualquier otro drow, pero su familia no logra inculcarle los valores de la sociedad de Menzoberranzan. En lugar de ello, nuestro protagonista acaba rechazando de plano esos valores y rebelándose contra sus congéneres. Todo ello, en un escenario barroco y lleno de luchas, magia e intrigas entre familias matriarcales, debería haber sido la materia prima con la que contar una buena historia de aventuras, con el interés añadido de los conflictos ideológicos y morales del protagonista.
Por desgracia, la capacidad como escritor de Salvatore no está a la altura de su imaginación. El potencial de la historia se desperdicia debido a la total falta de sutileza con que está contada. Así, la maldad de los elfos oscuros y la bondad e ingenuidad de Drizzt se exageran de tal forma que llegan a convertirse en parodias de ellos mismos. Resulta difícil tomárselo en serio. También se queda corto el autor a la hora de intentar desarrollar personajes tridimensionales y mostrar las relaciones entre ellos de forma convincente. Por ejemplo, una de las relaciones con más potencial era la de Drizzt con su padre biológico y mentor, el maestro de armas Zaknafein, que es uno de los pocos drows que comparte algunos de los puntos de vista de Drizzt. Sin embargo, Salvatore se limita a repetirnos una y otra vez lo maravillosa que era la relación entre ambos, sin ser capaz en ningún momento de mostrarnos de forma mínimamente convincente cómo surge esa relación. Tampoco es capaz de mostrar por qué Drizzt evoluciona como lo hace. El hecho de que su habilidad con la espada sea sublime tampoco ayuda a hacer más convincente y cercano al personaje.
El Exilio, en cambio, es la novela más floja de la trilogía. Tras abandonar Menzoberranzan, Drizzt vaga por el mundo subterráneo conocido como la Antípoda Oscura, encontrando distintos aliados y enemigos, siempre perseguido por su familia, que está decidida a vengarse de él y recuperar así el favor de Lolth, la perversa diosa araña.
Lo más salvable son algunos escenarios y personajes pintorescos, que no llegan al nivel inventivo desplegado en la primera parte de la trilogía. Aquí sí, la historia se lee como la novelización de una campaña de rol de Dungeons & Dragons. Se deja leer como historia de aventuras, pero con pocos rasgos que lo saquen de la mediocridad a la que se ve condenada por sus personajes poco convincentes. Salvatore se esfuerza por presentarnos una serie de dilemas morales a los que se enfrenta Drizzt, pero la misma falta de sutilidad que hemos comentado anteriormente le impiden resultar eficaz en ese empeño.
En El Refugio, Drizzt asciende por fin a la superficie, tras la breve incursión organizada desde Menzoberranzan que se contaba en la primera novela. Drizzt se vuelve a enfrentar a numerosos problemas mientras conoce a los que van a ser sus compañeros en la trilogía de Icewind Dale, la segunda protagonizada por el elfo oscuro.
La historia recobra aquí algo del interés perdido en la segunda novela. Destacan los problemas de Drizzt para adaptarse al sol y al aire libre, así como el rechazo y la incomprensión por parte de los habitantes de la superficie ante un miembro de una raza a la que consideran maligna y perversa.
Sigue incurriéndose en las mismas torpezas narrativas, sin embargo. Nunca desaparece la sensación de que este material, en manos de un escritor más competente, podía haber dado origen a una historia mucho mejor.
Hasta otra entrada y disfruten buggers ;)
Las novelas cuentan los orígenes de Drizzt Do'Urden, un drow o elfo oscuro que se ha convertido posiblemente en el personaje más popular de la franquicia Reinos Olvidados. Cuando digo que el personaje es popular no exagero. Estamos hablando de que cada nueva novela que escribe Salvatore aparece inmediatamente en puestos importantes de las listas de bestsellers estadounidenses, con cifras de ventas que para sí quisieran escritores mucho mejores pero que por el motivo que sea no logran conectar con los potenciales lectores como lo hace este autor.
En La Morada se cuenta la historia de Drizzt desde su nacimiento hasta el momento en que abandona la sociedad de los elfos oscuro y su ciudad natal de Menzoberranzan. Se trata de la mejor novela de la trilogía, aunque no carece de defectos importantes. Entre sus virtudes se cuenta la creación de Menzoberranzan, una de las más sugerentes ciudades subterráneas de la literatura fantástica, y también la sociedad de los elfos oscuros, basada en valores como la traición y el progreso personal y familiar a toda costa. En este contexto, Drizzt es educado brutalmente como cualquier otro drow, pero su familia no logra inculcarle los valores de la sociedad de Menzoberranzan. En lugar de ello, nuestro protagonista acaba rechazando de plano esos valores y rebelándose contra sus congéneres. Todo ello, en un escenario barroco y lleno de luchas, magia e intrigas entre familias matriarcales, debería haber sido la materia prima con la que contar una buena historia de aventuras, con el interés añadido de los conflictos ideológicos y morales del protagonista.
Por desgracia, la capacidad como escritor de Salvatore no está a la altura de su imaginación. El potencial de la historia se desperdicia debido a la total falta de sutileza con que está contada. Así, la maldad de los elfos oscuros y la bondad e ingenuidad de Drizzt se exageran de tal forma que llegan a convertirse en parodias de ellos mismos. Resulta difícil tomárselo en serio. También se queda corto el autor a la hora de intentar desarrollar personajes tridimensionales y mostrar las relaciones entre ellos de forma convincente. Por ejemplo, una de las relaciones con más potencial era la de Drizzt con su padre biológico y mentor, el maestro de armas Zaknafein, que es uno de los pocos drows que comparte algunos de los puntos de vista de Drizzt. Sin embargo, Salvatore se limita a repetirnos una y otra vez lo maravillosa que era la relación entre ambos, sin ser capaz en ningún momento de mostrarnos de forma mínimamente convincente cómo surge esa relación. Tampoco es capaz de mostrar por qué Drizzt evoluciona como lo hace. El hecho de que su habilidad con la espada sea sublime tampoco ayuda a hacer más convincente y cercano al personaje.
El Exilio, en cambio, es la novela más floja de la trilogía. Tras abandonar Menzoberranzan, Drizzt vaga por el mundo subterráneo conocido como la Antípoda Oscura, encontrando distintos aliados y enemigos, siempre perseguido por su familia, que está decidida a vengarse de él y recuperar así el favor de Lolth, la perversa diosa araña.
Lo más salvable son algunos escenarios y personajes pintorescos, que no llegan al nivel inventivo desplegado en la primera parte de la trilogía. Aquí sí, la historia se lee como la novelización de una campaña de rol de Dungeons & Dragons. Se deja leer como historia de aventuras, pero con pocos rasgos que lo saquen de la mediocridad a la que se ve condenada por sus personajes poco convincentes. Salvatore se esfuerza por presentarnos una serie de dilemas morales a los que se enfrenta Drizzt, pero la misma falta de sutilidad que hemos comentado anteriormente le impiden resultar eficaz en ese empeño.
En El Refugio, Drizzt asciende por fin a la superficie, tras la breve incursión organizada desde Menzoberranzan que se contaba en la primera novela. Drizzt se vuelve a enfrentar a numerosos problemas mientras conoce a los que van a ser sus compañeros en la trilogía de Icewind Dale, la segunda protagonizada por el elfo oscuro.
La historia recobra aquí algo del interés perdido en la segunda novela. Destacan los problemas de Drizzt para adaptarse al sol y al aire libre, así como el rechazo y la incomprensión por parte de los habitantes de la superficie ante un miembro de una raza a la que consideran maligna y perversa.
Sigue incurriéndose en las mismas torpezas narrativas, sin embargo. Nunca desaparece la sensación de que este material, en manos de un escritor más competente, podía haber dado origen a una historia mucho mejor.
Hasta otra entrada y disfruten buggers ;)
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